miércoles, agosto 08, 2007
Hadidiya
Amnistia Internacional de nuevo nos advierte: el ejercito israelí sigue presionando a las gentes de los territorios ocupados, forzando su desalojo y empeorando sus ya de por sí deporables condiciones de vida.
Más de 100 habitantes del pueblo de Hadidiya
El ejército israelí intensificó su presión sobre la población de los pueblos
palestinos de Hadidiya y Humsa el 28 de julio, cuando a uno de los habitantes de
Humsa le confiscó un tractor (uno de los dos que tiene únicamente el pueblo) y
una cisterna, empeorando aún más la escasez de agua del pueblo.
El ejército israelí ha dicho a los habitantes de Humsa (y confirmado a Amnistía
Internacional) que si quieren recuperar el tractor y la cisterna deben pagar
4.500 shekels (unos 1.000 dólares estadounidenses) de multa, cantidad imposible
de conseguir para una personas que viven por debajo del umbral de la pobreza
(menos de 2 dólares estadounidense al día), y que deben firmar un documento por
el que se comprometen a marcharse para siempre del lugar, que el ejército
israelí considera "zona militar cerrada", utilizable sólo por él como campo de
tiro.
A Ahmad Abdallah Bani Odeh, habitante de Humsa, le confiscaron el tractor y la
cisterna en el puesto de control militar de Hamra cuando se dirigía a 'Ain
Shibli, localidad situada unos kilómetros al suroeste de su casa, para recoger
en la cisterna agua para el pueblo.
Los palestinos que viven en Hadidiya y Humsa tiene que viajar a otras zonas para
comprar agua, a pesar de que tienen un pozo cerca. El ejército israelí no les
permite utilizar éste, ni siquiera pagando, porque es sólo para los colonos
israelíes de los cercanos asentamientos de Ro'I, Beka'ot y Hamdat.
La confiscación de la cisterna forma parte de los crecientes intentos del
ejército israelí de obligar a los habitantes palestinos de grandes zonas del
valle del Jordán a abandonar sus pueblos. Los pozos existentes son sólo para los
colonos israelíes, pues la población palestina local tiene prohibido su uso, y
no puede tampoco cavar pozos nuevos. La creciente restricción de su libertad de
circulación ha hecho que a la población palestina le resulte aún más difícil
traer agua de otras partes, lo que a la larga amenaza su supervivencia en la
zona.
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