Sumergidos en un mar de sopa de miso, sometidos al que maneja la cuchara, a veces, sólo a veces, no sólo no reniego de mi condición de navaja suiza, sino que incluso añoro una mayor insesibilidad o sentido práctico que me permita aguantar mis ocho horas con la eficacia y estoicidad de un androide.
Sólo es pereza. Afortudamante.
Sólo es pereza. Afortudamante.
Los despidos empezaron en Coruña, siguieron en Valencia, y continuan en Sevilla. Si al final, también Valencia cierra, ¿adivináis de quién será la culpa? ¿De la deslocalización?¿De conseguir costes más baratos? Noooo. De los empleados, malos androides, que no han sabido, tontos ellos, agradecer su suerte.
A galopar, y en lo que podamos dar la murga, avisa.
ResponderEliminargracias, lo haré :-)
ResponderEliminar