Aproveché el Día Internacional de los Museos, para visitar en el IVAM la exposición del pintor valenciano Sebastián Nicolau. Estaba leyendo un libro de mi lista de pendientes. Un conjunto de artículos y escritos de Salvador Dalí reunidos bajo el título de uno de ellos, "¿Por qué se ataca a la Gioconda?. Y frente a unos de los carbones de Nicolau me acordé de su primero denostados "pintores de árboles torcidos" y de sus, después, adorados "pompiers".Y he aquí una representación más allá de lo fotográfico, de lo comestible, de lo blando contra lo duro, de lo percibido y lo imaginado. Es una búsqueda contínua. El artista sigue intentando representar ¿la realidad? -algo qué definimos cada vez-, e investiga cómo. Y he aquí, no románticos árboles torcidos en decorativos y melancólicos paisajes, sino arquetipos de un espacio maquina en escalera, ramas como cúpulas al carbón, techos de vigas al oleo mientras fuera un atardecer amarillo nos aleja del hierro, de la techura, hacia la levedad.
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