Theodor Adorno dijo que tras la barbarie absoluta de Auswithz, escribir poesía, simplemente escribir, no sería posible. Pero los propios supervivientes le demostraron que sí, que aunque el mundo no sería, no debería ser igual, crear arte y escribir literatura y poesía era posible y legítimo. Sin embargo, no lo es el olvido. Pero olvidamos. Olvidamos el horror de los campos de exterminio nazis y permitimos nuevos campos y barbaries. Y siguiendo con Adorno:
La reflexión sobre la manera de impedir la repetición de Auschwitz es enturbiada por el hecho de que hay que tomar conciencia de ese carácter desesperado, si no se quiere caer en la fraseología idealista. Sin embargo, es preciso intentarlo, sobre todo en vista de que la estructura básica de la sociedad, así como sus miembros, los protagonistas, son hoy los mismos que hace veinticinco años. Millones de inocentes -establecer las cifras o regatear acerca de ellas es indigno del hombre- fueron sistemáticamente exterminados. Nadie tiene derecho a invalidar este hecho con la excusa de que fue un fenómeno superficial, una aberración en el curso de la historia, irrelevante frente a la tendencia general del progreso, de la ilustración, de la humanidad presuntamente en marcha. Que sucediera es por sí solo expresión de una tendencia social extraordinariamente poderosa
La Educación después de Auswithz. Conferencia. Radio Hesse 1966.