Patten Wilson |
¿Qué puede llevar a cualquier mujer, diosa o mortal, a dedicarse más allá de cualquier otro deseo o necesidad a evitar el dolor al esposo o compañero? ¿Amor, honor, lealtad, desesperación?
Por haber ocasionado la muerte del brillante y bien amado Balder, debía permanecer Loki atado con las tripas de su hijo Narfi a tres bloques de piedra en ya de por sí dolorosa posición. Pero no era suficiente. Los dioses situaron una víbora sobre su cabeza, de forma que ésta dejara caer sobre él su veneno. Sigyn, esposa de Loki, madre de sus dos hijos muertos, se sienta junto a él sosteniendo un cuenco con el que recoge incansable el veneno de la serpiente, hasta que éste esta a punto de rebosar. Debe entonces retirarlo de la cabeza de Loki, para poder vaciarlo. Durante esos instante el veneno cae sobre el rostro del esposo, produciéndole tan insoportable dolor, que sus estremecimientos de agonía están en origen de los terremotos.
La lealtad de Sigyn es extraordinaria, pero es absolutamente absurdo lo poco que sabemos de ella en la propia mitología nórdica.
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