Indomable, sí, pese a los reduccionismos y sobreutilización de su presencia a que nos somete el NUDC, su carisma sobrevive. Y hay que tener aguante. ¿Cuántas estúpidas entradas en las que se abusa del sustantivo "bastardo" tendremos que soportar, p.e? Pero él es un tipo bregado. El carácter creado por Alan Moore y trabajado durante décadas por los varios guionistas en Hellblazer tiene demasiada fuerza para sucumbir. Incluso los lectores que lo han conocido por la Liga de la Justicia Oscura -ya pasó con la peli-, a pesar de no ver más que la versión estereotipada y simplificada hasta casi lo pueril del personaje han quedado prendados y han necesitado acudir a la fuente. Y, después, ya no hay vuelta atrás. Que se lo digan a los productores de la serie Constantine de la NBC. Invierten un montón en publicidad en las redes, filtran el piloto y demás, para después mostrarnos una versión de Sobrenatural con acento británico y condenarla a la noche de los viernes. La serie ha estado a punto de morir nada más nacer. Pero los guionistas y el elenco se han ido arriesgando capítulo a capítulo acercándose cada vez más al espíritu original de Hellblazer y Vértigo, y de ahí la conmovedora y un pelín absurda campaña #SaveConstantine para demostrar de nuevo el atractivo indudable del querido John. La serie ha ido ganando en profundidad y seriedad. Sí, con muchas libertades, pero con bastante fidelidad si no a la letra sí al espíritu del John Constantine que amamos y añoramos todos. Sin quitarle mérito al Matt Ryan, que lo borda. Ójala DC aprenda. Tras el paso inaugural de Peter Milligan-quien sí sabía con quién trataba- por la Liga de la Justicia Oscura, sólo he visto un John de cartón piedra, de rasgos simples y a ratos bochornosos como en los nºs 0 ó 31. En cuanto a Constantine, el cómic, tendría mejor pase, salvo porque cada dos por tres hay que meterlo con calzador en el evento DC de turno. La tan cuestionada película de Francis Lawrence le da cien patadas al NUDC, versión oscura. John Constantine es más fuerte que el estereotipo de sí mismo que nos quieren vender.
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