My rating: 4 of 5 stars
La verdad es que no pensé que llegaría a engancharme tanto, aunque cierto es que el final quizá se alargó un poco. Me cuesta acostumbrarme a esa no separación entre autor y narrador que era tan habitual en los autores y autoras del XIX, según estoy viendo en este reto, de forma que interactúan de continuo con nosotros, los lectores, como si nos tuvieran en su presencia. Hay mucho de representación teatral en esta novela, y la comunicación del narrador con el lector es como derribar la cuarta pared. En teoría, al ser una crónica, debía dar verosimilitud a lo narrado, y supongo que es así, aunque el recurso nos parezca ahora quizás pueril. De hecho, intenta ser imparcial en la descripción de lo que motiva a los personajes, que están muy bien definidos. Por lo demás, el ritmo, la capacidad de sostener largos párrafos con una frescura envidiable y el sentido del humor incluso en los momentos más dramáticos son destacables.
Esta novela histórica es una exaltación del amor romántico. Dueño y señor del alma, voraz, absorbente y nada platónico. Como antes Werther, Macias solo vive para su amada. Y si ésta es exaltada, también es deseada de un modo muy ajeno a Lauras y Beatrices. Ella es incluso objeto de reproche por inspirar ese deseo llevado a obsesión que hoy definiríamos como acoso. Sin embargo, me gusta más Elvira que Lotte. Elvira es un personaje complejo, pleno de inteligencia, deseo y que lucha conscientemente entre el deber o el deseo. Su final es el más triste e injusto. Y creo que Larra lo sabía.
Por cierto, imposible no recordar el duelo entre Ivanhoe y Sir Brian de Bois Gilbert. Ésta fue la primera novela que leí (unas diez veces) y debo decir que entre las mujeres de Sir Walter y las de Larra, me quedo con ésta últimas.
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