Un texto muy bello y cruel, que en su momento fue difícil de estrenar en su versión integra por su carácter sexual y escenas escabrosas. Es ese contraste entre lo terrible y lo bello lo que más llama la atención de esta obra, una tragedia con un trasfondo simbólico y crítico. El profeta prisionero es puro en su indignación, que vuelca sobre todo en la madre de Salomé, Herodías, que personifica la degradación moral contra la que él clama. En contraste con la energía y la fe de Juan tenemos el hastío de una alta aristocracia consentida y sin freno que encarna la joven princesa. La noche está llena de presagios, y anhelos frustrados. Juan no solo clama, también anuncia la venida del Mesías, en una visión más apocalíptica que redentora. Pero nadie repara en esto, nadie le entiende, nadie escucha en realidad. Salomé tampoco, aunque sí se siente fascinada por esa pureza, ese ímpetu sin miedo. Despechada, aprovechará el deseo de Herodes para vengar el suyo rechazado.
Esta edición está ilustrada por artista mejicano Gino Rubert, quien combina con maestría el collage con la pintura y el dibujo, consiguiendo imágenes muy expresivas y humorísticas a veces. La mezcla es inquietante y van perfectamente con el texto.
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