Javier Navarrete |
Por desgracia, la librería más cercana a mi casa, un precioso local, cerró el pasado junio. Soportó la pandemia, pero finalmente, la dueña no pudo más, el traspaso se frustró y ahora es un local vacío sin libros, ni lápices de colores; sin juguetes de madera, ni bonitos cuadernos... y sin presentaciones de autores/as locales.
Contar hoy el cierre de esta pequeña librería me parece pertinente. Hoy se busca destacar el esfuerzo de las librerías por mantenerse vivas y activas, generando cultura y comunidad a través de los libros y la lectura, y es evidente que es una celebración necesaria porque la tarea es cada vez más difícil.
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