Se trata de la crónica novelada de la pesadilla que sufrieron los Luzt tras trasladarse al 112 de Ocean Avenue en Amityville, Nueva York. No creo que estropee nada si recuerdo los ominosos acontecimientos ocurridos en esta casa antes de la mudanza de los Luzt. El hijo mayor de los De Feo, anteriores propietarios, mató en esta casa a toda su familia mientras dormían. La propia matanza es lo suficientemente espantosa e inexplicable como para precisar un estudio por sí misma. El asesino cambió varias veces su versión de los hechos, y su abogado no perdió el tiempo en buscar explicaciones que justificaran el horror cometido en voces imperativas o en la enfermedad mental. Sin embargo, nada en esta macabra historia podría hacer presagiar lo que les esperaba a los Luzt. O no queda aclarado, quizás por la poca fiabilidad del testimonio de Ronald De Feo.
Destacar que todo lo que Anson nos cuenta viene de la narración directa de los protagonistas, y una no puede evitar pensar por qué no salieron corriendo antes. Es cierto que la familia compró esta casa grande y lujosa en un barrio estupendo a un precio quizás menor al que se podría esperar y siendo conocedores de los hechos. Era gente religiosa y práctica, que no creía en maldiciones ni en fantasmas y que, después de la inversión hecha, buscó todo tipo de explicaciones racionales antes de tirar la toalla. Incluso parece que lo que sea que estaba en la casa colaboró en esa indeterminación. Y sin embargo, el miedo que debieron sufrir no tiene parangón. Así como el padecido por el pobre padre Mancuso, quien parece que desencadenó los hechos al bendecir la casa y vivió un genuino martirio. Francamente, es una historia aterradora que me ha asustado mucho, muy bien contada sin recrearse demasiado en lo efectista.
En el epílogo se nos aportan algunas teorías, ligadas a lo paranormal y a las investigaciones parapsicológicas, que resultan sí interesantes, pero nada que sirva realmente para comprender ese horror. A día de hoy, nada explica lo ocurrido en Amityville, que no se ha repetido. Supongo que siempre queda el fraude, pero sinceramente, dudo que la familia Lutz se inventara lo ocurrido. Mucho de lo que describen es tan absurdo, surrealista, terrorífico y banal que, simplemente, no pudo ser imaginado salvo en una pesadilla. Parece que muy real.
Nota: hasta hoy, curiosamente, no sabía que los Warren habían investigado el caso. Esa peli me falta. Nos falta.