
My rating: 5 of 5 stars
Una de la preocupaciones de Tolstoi era la formación de las nuevas generaciones y la democratización de esa formación. No sé hasta que punto era consciente de las contracciones en las que incurrió en su vida, pero lo cierto es que sí se implicó en conseguir al menos esa meta. Según nos resalta Víctor Andresco en el prólogo a esta edición, no bastaba con enseñar el alfabeto con un método eficaz, era preciso que los niños dispusieran de material adecuado qué poder leer. A este objetivo servían los relatos que se reúnen en este volumen.
Tolstoi se basó en relatos populares rusos y eslavos y en las diversas fábulas. No se trataba solo de entrenar la destreza lectora, sino que a través de ella se llegara a ser un verdadero y completo ser humano.
Son pues relatos sencillos, con una sencillez buscada, pulida, mágica y extraordinaria porque en ningún momento es condescendiente y está llena de belleza. Son relatos ejemplarizantes, simpáticos, y muy evocadores.
He llegado a esta recopilación buscando releer Los melocotones, que leí prestado hace mil años de la biblioteca de mi colegio. Me impresionó no sólo la fascinación que producía que el padre llevara a casa como un tesoro una fruta que para nosotros era bastante común si no también algo que no era capaz de recordar y que me trasmitía calidez. Y es algo que he recuperado.
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