Hace unas semanas la Iglesia nos "pidió" a los católicos el dejar de
colaborar con Amnistia Internacional. Su pecado, el exigir asistencia médica
para las mujeres del Sur que, victimas de violación o porque hay peligro
para su vida si continuan con el embarazo, quieren interrumpirlo. Amnistia
ni siquiera se manifesta a favor del aborto, aunque obviamente considere que
éste es decisión y responsabilidad de la mujer. Su Santidad, ¿dónde la
condena a la violencia contra la mujer, contra la pobrza, contra la
explotación? ¿Dónde la caridad?
Por supuesto, pienso seguir colaborando con Amnistia Internacional.
No hablaré de lo que para algunos obispos supone como representacion del MAL con mayúsculas la nueva asignatura educacion a la ciudadania.
Y ahora, leo el pasado 15 de julio en un artículo
del Levante, que la Comisión Ecológica del Arzobispado de Valencia ha
declarado que es pecado la la especulación urbana. Pero ¿acaso dicha
especulación no ha atentado siempre contra el septimo mandamiento, No
robaras? Pero, esta bien, cito:
la comisión diocesana critica que en demasiadas ocasiones primero se
promuevan urbanizaciones y después se busque el agua para abastecerla. El
mecanismo es insostenible, argumenta, y mientras se mantenga da igual
debatir sobre la forma de obtener los recursos, sea agua o energía, porque
«el mercado siempre pedirá más, creará otras necesidades» .
Ante ello, el planteamiento de la comisión del Arzobispado de Valencia es el
ajuste de la demanda a los recursos existentes. Frente a la discusión sobre
si trasvases hídricos o desalación, «el primer mensaje de los cristianos ha
de ser el de la austeridad, aunque pueda ser impopular», asegura.
La propuesta, no obstante, viene a complementar en cierta manera algunas
declaraciones públicas del arzobispo, quien se ha mostrado a favor de los
trasvases. Agustín García - Gasco calificó de «justa y legítima» la
reivindicación de la Generalitat de la transferencia hídrica desde el Ebro y
recientemente volvió a defender la solidaridad entre comunidades en la
cuestión del agua.
El propio Juan Pablo II llamó a compartir este recurso durante una visita de
obispos españoles que se celebró en 2004. Lluch apostilla que el Papa habló
de compartir, pero también de que «no se puede despilfarrar el agua». «Y
crear necesidades donde no hay agua con el fin de ganar dinero especulando
es despilfarrar», asevera
Agradezco este esfuerzo, quizá tadío, pero necesario de la archidiócesis.
Y sigo sin entender nada.
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