Cuando el Vesubio sepultó a Pompeya y Herculano, las preservó para la Historia. Pero parece que al rescatarlas de las cenizas, las hemos condenado a la ruina de la dejadez y la explotación comercial. La ciudad de Pompeya se deshace. Por la lluvia, sí, y por la falta de cuidados adecuados. Quizás sea deseable interrumpir las excavaciones de lo que quede por descubrir de la ciudad hasta no haber asegurado su conservación.
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