Peter Milligan hace regresar a John Constantine a Liverpool y, además de devolverme a mi viejo querido bastardo tal y como casi ya no recordaba, aprovecha para advertirnos -como ya nos adelantó el terror japonés- que los mass media no han matado la magia ni el terror. Sólo permiten que se propaguen más deprisa. No subestimeis el poder de la imagen por la sobrecarga de ellas que nos rodea. Tras leer este episodio muy poco después del Síndrome E de Franck Thilliez, la verdad creo que debería proteger mis ojos y lo que ven. Porque lo que por ellos entra ya no sale.
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