A falta de un capítulo para acabar Coven (Aquelarre), la tercera temporada de American Horror Story, y como en realidad me importa un carajo quien sea la próxima Suprema o si se quema el aquelarre hasta las cenizas, comienzo una pequeña nota sobre este desperdicio que nos vino empaquetado en un costoso y prometedor envoltorio que en realidad, y en mi opinión, sólo escondía una baratija. Y no es sólo que la segunda temporada hubiera dejado muy alto el listón, ni tampoco son las incongruencias de guión o los gazapos de esta tercera(eso pasa hasta en las mejores familias -y, sí, hablo de Sobrenatural y quizás de Jim Novak);es que el tema de la Brujería daba para tanto y tanto han querido abarcar que al final, por no saber elegir, han despilfarrado mil historias en ninguna. Quién mucho abarca, poco aprieta. Si la serie se sostiene, es por el trabajo actoral y la promesa de algo más, de un ahora sí, que no ha llegado a producirse. Por otra parte, la denuncia contra el patriarcado tan inteligentemente desarrollada en Asylum, se queda en obviedades que caen en lo grosero por lo facilón.
De este "brainstorming" habrían salido al menos tres miniseries. Lo dicho. Un desperdicio.
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