Ha sido la soberbia. El lo dijo, lo sabía, pero sigue ahí. La soberbia del Reverendo ha nublado su juicio y ha pervertido su fe. Y además es un pardillo, quien, como muchos de los de su clase que encima tienen influencia en un grupo o comunidad, es un pardillo peligroso. Su cortedad de miras junto a su borrachera de poder no solo ha contribuido a mantener el Mal en Rome, sino también ha extenderlo. Creyó poder derrotarlo, pero apenas si lo ha combatido. Estos demonios son otros demonios. A estas alturas, lo espectadores ya lo sabemos. Pero a él nunca se le ha ocurrido pensar en otra forma, comprobar quién o que era el enemigo porque lo que veía se ajustaba demasiado bien a sus temores y aquello que le había hecho fracasar como padre y esposo.
Es este un papel poco agradecido de interpretar, lo que aumenta los méritos de Philip Glenister quien lo encarna y lo borda. Empatizamos con él, deseamos que Kyle y él se entiendan y acaben con los seres de alquitrán.
Me ha venido la imagen de los pies de Lucifer en "Constantine" la película, aunque los primeros en usar materia negra 'poseyente' fueron los guionistas de Expediente X. Ellos son el origen. La verdad está en ellos.
Nota: en el ritual católico se les pregunta el nombre al exorcizarlos, si no me equivoco. El reverendo nunca lo hace. Sólo Kyle les pregunta quienes son, qué son, qué es él.
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