Solo de un personaje no sabemos su punto de vista. Conocemos su pasado por otro personaje y su "presente" por otro dos distintos.
Estos dos tienen además en común que hablan en presente y en primera persona, mientras que el otro está en manos de un narrador omnisciente. Y tienen en común otra cosa, nunca personalizan; se distancian de los otras cosificándolos. Nadie fuera de su mundo merece un nombre propio, si no un alias o generalizaciones hechas a su medida. Creo que esto es pista suficiente de lo que realmente ocurre, y si un primer momento temamos que la autora esté un pelín tramposilla, acercándonos a la mitad más o menos, y siendo consciente de lo dicho, vemos que está jugando limpio. Pero juega. Se trata de mantener el suspense. Y es ambiciosa, porque el ritmo puede decaer con tanto salto.
Gianluca Battista |
Veremos si al final tengo razón o no.
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