Responsabidad. Un tema que mi querido Javier Marías ya ha abordado en varias ocasiones en sus artículos, y al que como a mí, que trabajo en un servicio de atención al cliente, le asombra la incapacidad del individuo común de asumir cualquier tipo de responsabilidad sobre, no ya sus acciones, sino incluso sobre sus motivaciones o deseos. Niños egoístas y consentidos, sin la inocencia ni la curiosad que salva la verdadera infancia. Nunca tenemos culpa de nada. Ni se nos ocurre afrontar de cara lo que sea que se nos venga encima, siempre que podamos delegar en otros la decisión y, por tanto, el golpe y la responsabilidad. No somos responsables, no tenemos culpa, no asumimos nuestros errores, y tampoco nuestros compromisos, más allá de la propia coveniencia. (Y por supuesto, nadie dimite).
Pero si ésto es una regla, debe tener excepciones. Y esta entrada viene a cuento de estas excepciones: gente generosa, responsable y con sentido de la dignidad y amor propio, como Pepu Hernández. Y precisamente porque no puedo imaginar algo pero que el perder a los padres, admiro su forma de asumir el dolor por un lado y la responsabilidad para con su equipo por otro, y aguantar sin más. Porque, como luego declaró en el Larguero, "era cosa suya".
Desde aquí un abrazo al seleccionador nacional de Balocesto Pepu Hernández.
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