El adbusting, o contrapublicidad, me parece una gran propuesta desde el mundo del arte callejero para despertar nuestros cerebros dormidos. La publicidad se ha adueñado por completo de espacio urbano. Ni siquiera el cielo se escapa. Estas intervenciones se basan en la alteración del contenido del mensaje publicitario en sentido irónico, crítico o, simplemente, lúdico. Recuperar la ciudad para el ciudadano y darle en las narices a las grandes marcas con sus mismos métodos invasivos. No es que sea un invento nuevo. Pintar bigotes a una top-model o completar/alterar el slogan de un cartel de un partido político se ha hecho espontáneamente desde siempre. Pero ahora se han convertido en movimiento y sus ideas son cada vez más inteligentes e impactantes. Sin embargo,me temo, que adictos como somos a la novedad, las multinacionales ya han aprendido a sacarle partido. Y la mitad ni siquiera se habrá enterado.
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