Nada como acabar de leer a Houellebeqc en la sala de espera de Visitas Externas de Ginecología de la Fe, con el fondo de pitidos que anuncian los números en el panel electrónico y con la certeza de que la cura de mi endometriosis está precisamente en el adiós a mi edad fértil. La obra final de Jed parece fundarse justo en torno a la inquietante belleza de la verdad del deterioro, del desgaste y la descomposición, es decir, sobre la superioridad -finalmente- del territorio sobre el mapa, de la naturaleza que nos engulle, consume y recicla, sobre lo humano y sus creaciones. Y el respeto y amor de Houellebeqc, protagonista a su vez de esta novela, por todo ello.
No hay comentarios:
Publicar un comentario