La mayoría de los lectores de cómics desconocemos el funcionamiento real del negocio que nos permite disfrutar de nuestra afición. Cómo y por qué se publican determinadas cabeceras, quién decide cuando se editan y qué exigencias de distribución plantean las editoriales, dueñas de los derechos. Estamos en sus manos, parece. Autores, lectores y librerías. Sería lo justo esperar cierta igualdad de oportunidades, de saber hacer, de profesionalidad y buena práctica comercial. Si, por ejemplo, a causa del Salón del Manga de Barcelona, decides pedir a las librerías que pongan a la venta la novedades del mes siguiente en determinada fecha, lo lógico es esperar que cumplan esa demanda. Si alguna de ellas no lo hace, tampoco estaría de más que le hicieras saber tu desaprobación con alguna medida sancionadora. Sobre todo cuando se trata de monstruos comerciales que avasallan allí donde se instalan. Pero parece que como casi todo en este país, también en el mundo editorial, los matones y fulleros tienen la sartén por el mango. Las novedades de noviembre que la editorial ECC pidió salieran a la venta el 30 de octubre lo estaban ya a la venta en El Corte Inglés y la Fnac de Valencia al menos dos días antes, con el consiguiente perjuicio para el pequeño negocio. Mi librería de referencia, Manhattan Comics sacó pecho y utilizando las redes sociales (twittter en especial), denunció con pruebas el hecho y difundió además no sólo el caso omiso que las grandes superficies estaban haciendo a las instrucciones de la editorial (según ella aseguraba) sino la propia incapacidad (o pocas ganas) de ésta de hacerse valer mediante sanciones, p.e. Estoy a muerte con mi librería y en contra de los abusones y matones que se pasan por dónde les parece las recomendaciones y denuncias de deslealtad comercial.
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