Después de reconocer que sigo sin poder leer los tres últimos capítulos de Hellblazer, me puse a recordar mis no tan antiguos temores sobre, primero, la Liga de Justicia Oscura y después, tras la traicionera cancelación, por la cabecera sucedánea "Constantine", sobre la que escribí en pleno cabreo lo siguiente:
En el NUDC, el querido Constantine será siempre (y como mucho)un treintañero de muy buen ver. Divertido ¿no? El bastardo de John va a compartir con el inmaculado Tintín algo más que la gabardina.
Los temores a veces son infundados, basados en prejuicios y preferencias. La verdad es que sigo tanto la Liga de la Justicia Oscura como Constantine, pero con cierta resignación y alegría cuando descubro un giro que mata la añoranza (JLD23, p.e, momento John/caja de Pandora), sin embargo hay tantas otras cosas que echo de menos y que simplemente se han esfumado en el "multiverso" DC.... Por ejemplo, duele y mucho, que La Cosa del Pantano no conozca a John salvo por referencia y ¡y nada menos que de Batman! (Soy chica Vértigo, no lo olvidéis, yo no puedo). Y luego está también lo de Londres. El liverpuliano John se hizo en las calles de Londres, esta ciudad está en su sangre si no en su ADN. Quizás por intereses argumentales interesaba ubicarlo como "legal alien, a english man" en Nueva York (Sting, claro) y para alejarlo del escenario británico tan unido a Hellblazer y tan ajeno a los "custommen", nada mejor que dejarle caer una maldición que le exilie de por vida de la capital del Reino Unido. Cuando leí Constantine #3 lo primero que me vino a la mente fue el comienzo que reproduzco en la foto del "Juego del Gato y Ratón" que otro liverpulino, Mike Carey, escribió para Hellblazer recién salido de Lucifer. Si el querido John consigue escapar esta vez de lo que le acecha es gracias a su conocimiento de Londres ("esta es mi jodida ciudad") y a saber (OJO SPOILER) que la estación de Liverpool Str. (¿sútil eh?) está sobre lo que fue el suelo consagrado de la capilla mariana del antiguo Hospital y Asilo Psiquiátrico de Bedlam. Otra: Chas, grande Chas, ni siquiera existe y encima su gabardina, tampoco fue suya en origen. ¿Sólo nos quedan los cigarrillos y un remedo de mala leche? Así que, a veces, los temores son fundados.
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