Un aspecto revelador es que el cliente sabe distinguir entre quien le atiende y la compañía. Así, mientras la satisfacción con el teleoperador alcanza una puntuación de 2,75, la satisfacción con el servicio desciende hasta los 2,52 puntos, demostrando que hay elementos de la política informativa que se atribuyen a la compañía y no a su personal.
Y es que aunque no lo diga el estudio, la precariedad, la falta de formación y los bajísimos sueldos que reciben estos trabajadores explican por sí solos muchas de las deficiencias de los llamados call center. Así que, ante "un momento, por favor", nola pague con el telemensajero.
No estoy del todo deacuerdo con el primer párrafo de la cita, porque como podéis ver la diferencia entre las puntuaciones no es tanta. El cliente enfadado o desantentido la paga con el teleoperador o teleoperadora de mejor o peor manera según su nivel de enojo y/o educación. El síndrome del quemado es habitual entre nosotros. Y si el artículo acusa a la operadoras de telefonía de no personalizar, los clientes sí lo hacen. Somos baratos, asequibles para quienes nos contratan y fáciles para un gran número de clientes que encuentra el "punch" adecuado a su propio stress, y con impunidad.
Somos la mezcla del bocadillo, entre cliente y empresa.
Y esta entrada es mera coincidencia con el hecho de que hoy sea mi último dia de vacaciones.
La foto es un detalle de la magnifica imágen tomada por Santi Burgos para el Pais.