Primero lamentar la pérdida de una vida, la de Marta del Castillo, cuyo cadáver se sigue buscando en el Guadalquivir. Después comentar simplemente que la Web es sólo una herramienta, un instrumento de comunicación e intercambio de información o lo que se quiera, pero no tiene voluntad propia. Esto viene a cuento porque a pesar de que el presunto asesino (confeso) y sus cómplices provenían del entorno inmediato de Marta, cuando escuché la terrible noticia algunos comentaristas se apresuraron a advertir sobre los peligrosos de la red. Depredadores ha habido siempre. Quizás la red les haya permitido ampliar el territorio de caza, pero la responsabilidad es nuestra. Y en este caso, Internet más bien ha ayudado a resolver el caso. La maldad o la irresponsabilidad está en la mano del que maneja la herramienta, no en la herramienta misma.
Todo mi ánimo para la familia.
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