Por fin llegamos al capítulo 21 de la séptima temporada, dieciocho semanas desde que Castiel desapareció de escena con el interludio del capítulo 16. De veintitrés episodios, Castiel sólo ha salido/saldrá en 6. Podridos matafans. Amamos la serie con o sin Castiel, pero este personaje y su relación con los hermanos le ha dado una vida que nunca esperaron los guionistas en las primeras temporadas.
Geniales vendedores, creadores del espectáculo como negocio en una forma en que los romanos apenas soñaron, los americanos sí que saben mantener el interés.
Y encima la espera normalmente vale la pena. Increíble como han mantenido el hilo argumental desde el primer capítulo hasta ahora a pesar de todo el relleno a los "Hermanos Winchester presentan". Y no es que esas historias no tuvieran interés. Algunas ha sido realmente buenas -véase "The RepoMan" p.e-. Es que los fans siempre teníamos en mente a Castiel. Lo que hizo no podía olvidarse ya que fue él quién trajo a los Leviatanes además de ser la causa de gran parte del dolor que aqueja a Sam -y que acaba por destrozarle- y sobre todo a Dean. La carga que éste sobrelleva es enorme y crece a lo largo de la temporada. Y ahora, ya a dos episodios del final, Castiel despierta. Y como ya intuía en "The born again indentity", es ahora cuando en su -OJO SPOILER- locura puede buscar la paz consigo mismo: con lo fue -un ángel del Señor, un soldado habituado a las órdenes y la disciplina, a la observancia, a la no intervención salvo orden expresa-; con lo que hizo de bueno y de terrible antes y después de contribuir a encerrar a Lucifer en la Jaula; con su liberación en la penitencia que ha sido asumir el mal de Sam y la autoconciencia de sus actos que vino con ella; y ahora, al despertar, en asumir lo precioso de cada instante en su continuo vivir el presente y en -apartando de sí la culpa y la responsabilidad que otros quieren imponerle de nuevo- decidir por sí mismo que es lo que va a hacer a continuación. Porque es el libre albedrío, amigo, y siempre lo ha sido. En esto, su propia experiencia será la maestra. O quizá Meg. Los demonios no han tenido problemas con el uso de la libertad. Aunque claro, tampoco tienen conciencia, remordimientos ni empatía. ¿O sí?
P.S.-Me encanta que estos guionistas matafans sean tan entendidos en el Libro de Enoch. Primero los Leviatanes y ahora Metratrón (por cierto, hilarante momento-referencia pop a los Transformers). Sin contar todo lo que implica a los ángeles Prometeo que caen por amor a la humanidad. Y ésto último ya desde la misma aparición de Castiel en la cuarta temporada.