domingo, diciembre 20, 2009

Adicta a las historias

Del último libro que abordaré este años de mi lista de pendientes, "Anatomía de la Agresividad humana" de Adolf Tobeña, cito:

...apenas podían distinguir entre rabia y miedo. Los datos más claros y relevantes al respecto provenían del seguimiento del los cambios en la mucusa digestiva de un joven estadounidense que de resultas de unas quemaduras gravísimas en el esófago porvocadas por la ingestión de una preparado de sopa de pescado a temperatura de ebullición, tuvo que pasar a alimentarse a través de una abertura en la pared del abdomen.

Me parece muy loable que este joven estuviera a mano y dispuesto a ser observado a través de su sonda para el estudio de los cambios en la mucosa digestiva según estados de ánimo, y me parece estupendo que se me informé que esa disposición tenía su origen en las lesiones provocadas por la ingestión de "preparado de sopa de pescado" a temperatura de ebullición, pero ¿qué más? En un libro que trata de aclarar lo poco que se sabe sobre la agresividad humana, el caso de esta persona no deja de ser ¿sintomático? Aún así, no tengo forma de saberlo. Porque aun considerando necesario informarnos del por qué de las quemaduras, no se aclara en absoluto lo importante, esto es: ¿Por qué, quién, cómo y en que situación una persona ingiere sopa hirbiendo? Esto está muy lejos de quemarse la lengua con unas bravas. ¡Ebullición! No debe ser científicamente relevante, pero desde luego, lo es desde un punto de vista narrativo y de coherencia.
En conclusión, aquí una adicta a las historias bastante descontenta.

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