Pedro de Soto fue nombrado confesor del Emperador en 1541 cuando ya hacía seis años que Tomás Moro había sido ejecutado y expuesta su cabeza clavada en una pica en lo alto del puente de la Torre. Pero fue por orden de Felipe II, durante el reinado de Ana Tudor "Bloody Mary", su esposa desde 1554, cuando el dominico fue a Inglaterra, llegando incluso a dar clases en Oxford en 1555. Los manuscritos y demás bienes de Tomas Moro que fueron confiscados durante su estancia en la Torre parece que fueron recuperados por su hija mayor y discípula, Margaret, aunque no se sabe muy bien cómo. El manuscrito del De Tristia Christi debió llegar a manos de Pedro de Soto a través de la nieta del humanista, Mary Basset, quién, gracias a su esposo, gozaba de cierta influencia en la corte de la Reina María. Fue él quién mandó encuadernar el manuscrito en el pergamino que todavía hoy lo mantiene. A su regreso a España lo donó a D. Fernando de Toledo que a su vez se lo entregó a su hermano, el conde de Oropesa, según nos cuenta en una nota en el interior de la cubierta delantera Juan de Ribera, arzobispo de Valencia y Patriarca de Alejandría, además de uno de lo mayores promotores de la trágica expulsión de los moriscos. En realidad, sólo por esta nota sabemos qué hace el manuscrito en Valencia.
Seguir la pista a Pedro de Soto, teólogo tridentino, en Inglaterra durante aquel año y en el contexto del reinado de María, así como toda la aventura de este manuscrito sugiriere una historia en los márgenes de la Histoira que me gustaría, sí, contar, y contar mejor.
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