viernes, noviembre 13, 2009

Bienaventurados los idiotas


Porque hoy ha sido hoy, y quiero explicarme en palabras de otros, acudo a Leopardi:


Los tímidos no tienen menos amor propio que los arrogantes. Acaso tengan más o, si se quiere ver de otra manera, más sensitivo. Por eso es por lo que temen y se guardan de no zaherir a los demás; no porque la estima que sienten hacia ellos sea mayor que la sentida hacia los insolentes y los osados, sino para evitar las propias heridas, teniendo cuenta el extremado dolor que reciben con cada ofensa.

Y añade:

No creo que honra mucho, no sé si referirme a los hombres o a la virtud, el que en todas las lenguas civilizadas, antiguas y modernas, las mismas palabras significan bondad y tontería, hombre de bien y hombre sin valor. (...) Constante juicio de la multitud y contradicción del lenguaje con el razonamiento, constantemente disimulado, es que nadie, que pueda elegir, elige el ser bueno: los tontos son buenos porque no pueden ser otra cosa.


Terrible cosa qué creer. Y más terrible aún:


La raza humana y , sólo con excepción del individuo, una mímina porción de ella, se divide en dos partes: unos que hacen uso de la prepotencia y otros que la padecen. Y como no hay ley, ni fuerza alguna, ni progreso de filosofía ni de civilización que pueda impedir que hombre nacido o por nacer no pertenezca al bando de los unos o de los otros, se deduce de ello que quien pueda elegir que elija. Aunque la verdad es que ni todos ni siempre pueden hacerlo.


Desengañado Leopardi. Yo creo que él eligió pese a su mala opinión del género humano, y creo que sufrió mucho por eso. Bienaventurados los buenos idiotas que en este mundo de "listos" eligen serlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario