sábado, noviembre 07, 2009

Imaginarios

Y hablando de imaginarios, coíncidencias y patrones, en torno a la celebración del dia de la Salud Mental el pasado 10, y tras visitar la exposición "Pinacoteca Psiquiátrica", empecé a dar vueltas por la web sobre atención pública vs. atención privada, y encontré la cita de un artículo del dr. Desviat en el blog "Despeus per la salut publica", con clara mención al thatcherismo que inevitablemente me llevó a la celebrada recuperación de mi canalla favorito, el magus Constantine, de la mano de Angy Diggle. En fin, separemos los incredientes del caldo.
Una de las cosas a las que se refiere el artículo del dr.Desviat sobre la intervención del Estado en la salud mental en particular es precísamente la demanda de los ciudadanos y como influye en ella

la representación social, el imaginario que de la enfermedad y de la atención tiene la ciudadanía.

Ese imaginario que ignora de hecho al propio paciente según vemos a diario en la prensa, para centrarse en el morbo y en la carga social. Cita Desviat al resucitado capitalismo primitivo que regresó con Thatcher y Reagan aludiendo al senador Kennan, predicador fundador del neoliberalismo, que escribió:

...dejar de hablar de objetivos vagos e irreales, como los derechos humanos, el aumento de los niveles de vida y la democratización y operar con genuinos conceptos fuerza (?) que no estuviesen entorpecidos (!) por eslóganes idealistas sobre altruismo y beneficencia universal, aunque los esloganes queden bien, y de hecho sean obligatorios, en el discurso político.

El dr.Desviat está a favor de lo público y nos habla de la falacia con que se nos vende la administración privada de la salud. De hecho, es más cara y además supone una pérdida del control de la ciudadania sobre sus recursos, reduciendo la salud al ladrillo. Casi todo se va en hacer hospitales. Pero, claro, en concreto, el tratamiento adecuado de la salud mental requiere una "multiplicidad de prestaciones" que no da beneficios.
Y así llegamos a Diggle, último guionista de mi querido Constantine, al que consigue extirpar la locura y la ansiendad de la culpa -ójala fuera tan fácil, ójala se puediera conjurar así- en el mismo lugar de su tormento, Ravenscar, que de Secure Facility for the dangerously deranged(Instalaciones de seguridad para trastornados peligrosos)de administración pública, pasó al sector privado con la Thatcher y fue convertido en casino por Blair.


Dice en off el propio Constantine:

¿Para qué tratar a los locos si puedes desplumarles la pasta?,

lo que nos lleva de nuevo a Desviat a su cita del libro de Mandeville, "Fábula de las abejas"(1705):
La ganancia, que entraña vicio y pecado, es necesaria para la armonia social, en cuanto es eficaz en el mercado, creando riqueza aunque no necesariamente de forma decente.
Éste sí que fue un cínico que nos abrió las puertas del infierno.

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