Sigue bajando el porcentaje de contagios, dos días seguidos con este dato, pero todavía nos queda camino. Se habla de qué ocurrirá con los test rápidos, quienes debe hacerse y de qué forma, y de si se puede o no confinar sin autorización del paciente a aquellos que den positivo, sean asintomáticos o no, e incluso se ha hablado de geolocalizarnos con una aplicación en el móvil... Cuando empezó a rumorearse sobre la posibilidad de declaración del estado de Alarma, yo me escandalicé. Llamé exagerados a mis compañeros. Una de ellas me hizo ver la necesidad de esa declaración ante una situación de pandemia, y yo le expresé el miedo que el recorte de libertades, aún con la vigilancia del Congreso, me producía. Es verdad que al final el confinamiento se ha visto como una medida eficaz, y que, dada la irresponsabilidad de algunos y algunas, el estado de alarma era preciso para poder controlar la situación. Pero lo cierto es que hemos renunciado a derechos, derechos muy básicos, y me temo que su recorte se enquistará con el pretexto del miedo. Luchemos contra el virus, empaticemos y seamos solidarios, pero no nos resignemos a vivir controlados en un hormiguero.
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