Por fin hoy, el número de curados supera al de contagiados y sigue descendiendo el número de fallecidos, si hablar de casi quinientos muertos puede ser motivo de celebración. Mañana podrán salir los niños una hora. Se habla de salida desescalada... Yo sigo con la sensación de vivir en un mal sueño, y no soy la única. Como dije en una las primeras entradas dedicadas a este horror, el parecido a una de las muchas distopías apocalípticas de ficción a las que hemos asistido como espectadores bañaban los hechos en una irrealidad que nos llenada de miedo pero también de estupor e incredulidad. Nos hemos acostumbrado rápido a las medidas de seguridad más obvias, pero a pesar de la cifra diaria de contagios y los ataques de los buitres, todavía nos levantamos con la sensación de que ésto no es del todo real. Quizás somos afortunados los que esto nos pasa, señal de que la muerte o la enfermedad no nos han tocado de cerca. Si no, la pesadilla sería otra. Y otra muy distinta la esperanza del despertar.
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